Discípulo: Sobre el discernimiento

Una poderosa herramienta para la vida cotidiana

Por el reverendo Robert Black


 

"Dios todopoderoso, que nos guíes a buscar la Verdad: venga de donde venga, cueste lo que cueste, conduzca a donde pueda".

Esa oración subversiva y audaz, atribuida a Phillips Brooks, siempre ha resonado con mi sentido del discipulado y la santa tarea del discernimiento.

El discernimiento es una herramienta poderosa y útil cuando buscamos la Verdad. Es un proceso deliberado en el que se tienen en cuenta muchas voces con el objetivo de llegar a una resolución pacífica. "Discernir" procede de una palabra latina que significa "separar" o "percibir". Como todos sabemos, en nuestro mundo hay verdades y agendas que compiten entre sí. Parece que nuestra cultura está llena de desacuerdos y batallas. El civismo y el diálogo genuino están ausentes con demasiada frecuencia de nuestro discurso público, por lo que no debería sorprendernos que también falten resultados. A menudo nos vemos desgarrados por nuestras divisiones, atrincherados en nuestro sentido del bien y del mal, y definidos restrictivamente por etiquetas como "conservador" o "liberal".

Pocos de nosotros estaremos nunca completamente de acuerdo en todos los puntos de la teología, y reclamar la plenitud de la Verdad es crear un ídolo. Pero nuestras divisiones pueden ofrecernos una visión de la profundidad y amplitud de Dios, dándonos un sano sentido de la humildad. Nuestros desacuerdos pueden ser el comienzo de un rico diálogo. O, como sucede a menudo, los puntos de vista controvertidos o dispares sobre temas pueden ir en contra del deseo de Dios de que "todos seamos uno" (Juan 17:21) y causar división. Sin embargo, la Buena Noticia que proclamamos es que lo que nos une es más fuerte que aquello que pretende dividirnos. El amor y la misericordia de Dios son más poderosos que nuestros miedos y creencias divergentes.


DISCERNIR CADA DÍA

El discernimiento, sin embargo, no está reservado sólo para decisiones monumentales como la forma de gestionar un acuerdo nuclear con Irán; es una herramienta que puede utilizarse todos los días. Cuando surge un conflicto, grande o pequeño, el discernimiento puede ayudarnos a verlo no como algo negativo, sino como una oportunidad para entablar un diálogo. No hay preguntas demasiado grandes para ser formuladas, ni temas que estén fuera de los límites. Nuestra sociedad necesita desesperadamente conversaciones que impliquen un verdadero discernimiento, ya sea sobre el equilibrio entre los derechos individuales y el bien de la comunidad, los candidatos presidenciales, la reconciliación racial o la desigualdad social. Aquí, en la Diócesis de Carolina del Norte, pronto necesitaremos algo de discernimiento mientras seleccionamos en oración a nuestro próximo obispo diocesano. Lo que todos debemos recordar es que el discernimiento no consiste en alcanzar un consenso unánime ni en tener "ganadores" y "perdedores", sino que busca comprender la voluntad de Dios en una comunidad de fe.

A lo largo de las Escrituras, el discernimiento es un proceso que se utiliza cuando Dios llama a alguien a ir a un lugar nuevo o a hacer algo nuevo. Podemos pensar en las historias de Abraham (Génesis 17), María (Lucas 1), Isaías (Isaías 6), Moisés (Éxodo 3) o Gedeón (Jueces 6). Aunque los detalles de estas situaciones difieren, cada una de ellas invita al llamado a realizar la labor de discernimiento. Algunas llamadas son más claras que otras, pero lo que todos estos momentos bíblicos de discernimiento tienen en común es el hecho de que, en todos los casos, el texto deja claro que Dios está presente.


PARTE DEL TAPIZ

Para nuestros momentos diarios de discernimiento, ya sea para decidir algo serio como qué tipo de tratamiento médico seguir o algo menos significativo, como qué ropa llevar a una entrevista, tener los pies en la tierra es importante. El discernimiento es algo más que tomar una decisión. El discernimiento no consiste en hacer listas de "pros" y "contras", sino en sintonizar con una visión más amplia. Al invitar al Espíritu Santo a nuestras deliberaciones, las opciones se transforman en llamadas, las decisiones en discernimientos.

Es esencial que enmarquemos nuestras decisiones e historias en el gran tapiz del sueño de Dios. Como episcopales, rezamos al Dios que "hizo que todas las Sagradas Escrituras fueran escritas para nuestro aprendizaje" para que podamos "escucharlas, leerlas, marcarlas, aprenderlas y digerirlas interiormente, para que podamos abrazar y mantener siempre firme la bendita esperanza de la vida eterna". (BCP, p.184) La meta y el propósito del discernimiento es alinear nuestras vidas de tal manera que el Reino pueda venir más plenamente en la tierra como en el cielo. Por tanto, acudimos a las Escrituras para fundamentarnos en esa esperanza. Cuando se nos pide que tomemos decisiones, grandes o pequeñas, podemos ser más conscientes de la esperanza de Dios para la situación en la que nos encontramos.

Los Sacramentos son otro modo de afianzarnos en el discernimiento. La vida sacramental centra nuestra atención en la realidad del amor y la gracia de Dios que nos rodea en cada momento de la vida. Uno de mis versos poéticos favoritos es de "Aurora Leigh" de Elizabeth Barret Browning, ya que habla de la naturaleza sacramental de la vida:

La Tierra está repleta de cielos,
Y cada arbusto común arde con Dios,
Pero sólo el que ve se quita los zapatos;
El resto se sienta alrededor y arranca moras.

La participación en los Sacramentos nos arraiga en el conocimiento de que la tierra está repleta de cielo. Los Sacramentos también nos invitan a escuchar más de lo que hablamos, y el buen discernimiento viene a través de la escucha del Espíritu. Y así, cuando llegue el momento de discernir, los Sacramentos nos habrán preparado para considerar la cuestión no sólo como algo temporal, sino también como una oportunidad para encontrarnos más plenamente con la presencia de Dios.

Al fin y al cabo, el discernimiento no es una bola 8 mágica con la que se buscan respuestas. Es un proceso que nos ofrece una alternativa a la naturaleza competitiva de los debates y, como tal, forma parte de la salvación que Dios nos ofrece. Que todos descubramos su magia en los días venideros.