Los obispos de la diócesis de Carolina del Norte responden a los recientes tiroteos

Al cerrar otra semana en la que nos rodea la belleza de la primavera, no podemos evitar sentir esa belleza empañada por la fealdad de los acontecimientos que siguen asolándonos a nosotros y a nuestros vecinos.
Estamos indignados por los tiroteos que tuvieron lugar en un supermercado de Buffalo, Nueva York, y en una iglesia de Laguna Woods, California, el pasado fin de semana. Lamentamos las vidas perdidas por las acciones reprobables de otros pistoleros guiados por el odio. A los que somos blancos se nos recuerda una vez más que las personas de color siempre se enfrentan a un nivel de ansiedad por ser blanco de la violencia. Estos últimos sucesos crean nuevos traumas, al tiempo que desencadenan los antiguos. Toda nuestra comunidad está desconsolada por estas pérdidas, aunque el peso de las mismas no nos afecta a todos de la misma manera.
Puede ser fácil sentirse abrumado al contemplar cómo responder a todo esto, pero se vuelve menos abrumador cuando procedemos recordando que cada persona es un hijo de Dios, cada uno es nuestro hermano, y respetar su dignidad comienza con todos y cada uno de nosotros. También podemos estar de acuerdo en que, aunque tengamos libertad y derechos individuales, también tenemos una responsabilidad con nuestras comunidades y entre nosotros.
Pasemos, pues, a la oración. Rezamos por quienes perdieron la vida en Buffalo y Laguna Woods, por los amigos y las familias que lloran su pérdida, y por todas las personas -en cualquier lugar- que se sienten inseguras. Rezamos y dar las gracias a los que han respondido, tratando de salvar y consolar a los demás. Y, como el Rvdo. Sean Rowe, obispo de las diócesis de Nueva York occidental y Pensilvania noroccidental, llamado recientemente paraDebemos "rezar, también, por el hombre [y otros como él] que cometió este horrible acto, y por todos aquellos cuya mente y alma están torcidas hacia el mal de la violencia armada por el racismo".
Rezamos por la fuerza para mantener los principios de nuestro pacto bautismal y la llamada a amarnos los unos a los otros. Oramos por la constancia de la presencia de Dios en cada momento de nuestras vidas para que podamos ser guiados en nuestros pensamientos y acciones hacia la realización del sueño de Dios y nuestro trabajo de Convertirnos en la Comunidad Amada.
Y actuamos. Trabajamos para garantizar el respeto de los derechos básicos de todos, ya sea a través de la acción cívica, el ministerio o las vocaciones a las que estamos llamados. Entablamos conversaciones para comprender mejor a los demás, incluso cuando no estamos de acuerdo. Aprendemos, tanto sobre nuestra historia como sobre nuestro presente, para saber qué errores pueden corregirse, qué males pueden denunciarse y qué dones son necesarios para hoy y para el futuro. Profundizamos en nuestra fe, para reafirmar y fortalecer los cimientos desde los que vivimos nuestras vidas, recordando a Aquel que promete un camino mejor y que camina con nosotros incluso -y especialmente- cuando ese camino es largo y está plagado de desafíos.
En Letanía tras un tiroteo masivo
- Obispos unidos contra la violencia armada
Por todos los que han muerto en cualquier incidente de violencia armada.
Da a los difuntos el descanso eterno.
Que la luz perpetua brille sobre ellos.
Para los supervivientes de la violencia armada.
Concédeles consuelo y curación.
Escúchanos, Señor.
Para quienes han perdido a seres queridos a causa de la violencia armada.
Concédeles la paz.
Escúchanos, Señor.
Para los primeros intervinientes que atienden a las víctimas de la violencia armada.
Protégelos y fortalécelos.
Escúchanos, Señor.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.