Los Obispos de la Diócesis de Carolina del Norte dan gracias por la vida de la Reina Isabel II

Hoy nos unimos a nuestros hermanos en Cristo de toda la Comunión Anglicana en el dolor por la pérdida de Su Majestad la Reina Isabel II.
La Reina Isabel fue la encarnación del servicio y el deber. No nació para ser reina, pero desempeñó el papel cuando circunstancias ajenas a su voluntad la pusieron en el camino de ascender al trono. Durante más de setenta años, sirvió a la Iglesia de Inglaterra, a su país y a sus ciudadanos con fuerza, gracia, dignidad y firmeza, aportando una constancia que atravesó generaciones. Su fe estuvo siempre en el centro de su servicio y liderazgo, y su reciente carta a los obispos reunidos en la Conferencia de Lambeth transmitió su profunda convicción: "A lo largo de mi vida, el mensaje y las enseñanzas de Cristo han sido mi guía y en ellos encuentro esperanza".
El suyo fue un ejemplo que todos podemos seguir, entendiendo que no hay aspiración más elevada que servir a los demás.
Damos gracias por la extraordinaria persona y vida de la Reina Isabel. Rezamos por ella, por su familia y por todos los que lloran esta noche.
Dios todopoderoso, con quien aún viven los espíritus de los que mueren en el Señor, y con quien las almas de los fieles están en gozo y felicidad: Te damos gracias de corazón por el buen ejemplo de tu sierva Isabel, que habiendo terminado su curso en la fe, encuentra ahora descanso y refrigerio. Que tenga perfecta realización y bienaventuranza en tu eterna y sempiterna gloria; por Jesucristo nuestro Señor. Amén. (Libro de Oración Común, p. 503)